Najwa te cuenta su historia en el Día Mundial de Solidaridad con el Pueblo Palestino

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El pasado jueves fue el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino y los refugiados de Gaza y Siria se han convertido en los protagonistas involuntarios de este año, debido a la violencia que azota ambas regiones y que les ha convertido, si cabe, en más vulnerables.

Por ellos y por los más de 5 millones de refugiados de Palestina, la tercera parte de la población refugiada del mundo, desde UNRWA España queremos deciros:
¡GRACIAS POR VUESTRO APOYO!
 Najwa Sheikh Ahmed es refugiada de Palestina, vive en el campamento de Nuseirat, en Gaza, y quiere compartir con nosotros su historia:

«¿Alguna vez has vivido pensando en que este podría ser tu último día? ¿Alguna vez te has preguntado si volverás a ver otro amanecer o la cara de tus hijos? ¿Alguna vez has pensando qué será tu hijo cuando crezca o a quién se parecerá, sabiendo que quizás no tengas la posibilidad de verlo crecer? ¿Alguna vez has vivido sabiendo que podrías despertarte y encontrarte sola, sin los que amas a tu lado, por la única razón de ser palestinos?
 
Cada día, en Gaza, vivimos con estos pensamientos y con esta realidad. Me preparo para lo peor, para la posibilidad de que quizás pierda a mis hijos y a mi marido o que ellos me pierdan a mí.
 
La violencia de los últimos años ha cambiado completamente mi vida. Por las mañanas preparo a mis niños para ir a la escuela con el terrible pensamiento de que puede que no les vuelva a ver. No sé si regresarán a casa o si esa será la última vez que vea sus caritas brillantes e inocentes. Mi corazón no es de piedra y me desmorono por dentro cuando les preparo ante la posibilidad de que nos puedan perder a mí o a su padre en cualquier momento, porque podríamos ir a trabajar y nunca más volver. Les digo que se quieran mucho, que estén juntos y que me prometan que nunca nos olvidarán.
 
Un día, mientras les preparaba la merienda me di cuenta de que estaba temblando. Tuve que esforzarme por retomar el control y no dejar que los niños me vieran en tal estado. Era como si todos mis sentidos estuvieran alerta a la espera de cualquier sonido que pudiera ser un ataque israelí. 
Es así como vivimos en Gaza. ¿Qué clase de vida es esta para nuestros niños?«

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