Desde la región de Cabo Delgado, Antonio Ramiro, socio y voluntario de ISF ApD, cuenta las impresiones que se llevó de su estancia en uno de los proyectos llevados a cabo en Mozambique.
«Desde hace cuatro años comencé a dedicarme más intensamente a la Cooperación para el Desarrollo como voluntario, pero fue en el verano del 2010 cuando he tenido la oportunidad de participar en una Estancia en Terreno de Ingeniría Sin Fronteras-Asociación Para el Desarrollo en la región de Cabo Delgado, Mozambique.
Al recorrer Cabo Delgado, lo primero que te llama la atención es la precarierdad de las viviendas en las aldeas. En el entorno rural la vida comienza al apuntar el día, sobre las cuatro de la madrugada, con los primeros viajes acarreando agua desde los pozos o las fuentes hasta las casas, después le sigue una dura labor en el campo.
En cuanto al trabajo que realiza ISF ApD en éstas aldeas, me ha gustado mucho, y he podido ver como es muy importante el apoyo en la contraparte local AMEC, la Asociación Mozambiqueña de Educación Comunitaria. Se trata, por una parte, de organizar la estructura que gestionará las fuentes de agua mejorada que se han construido. Es complicado, pues hay que primero convencer a la población local de que es más saludable emplear el agua de las fuentes mejoradas que las de sus pozos tradicionales.
La gente confía en AMEC porque son de los suyos. Son macúas y hablan la lengua macúa, la que hablan las personas que no han aprendido portugués en la escuela. Apoyándose en telas con dibujos en acuarela muy simples, les explican cómo hay que lavarse las manos antes de cocinar y amamantar a sus niños y después de ir a la letrina. Parece que el número de casos de diarreas y cólera han disminuido sensiblemente.
No siempre ha sido así. Años atrás, bien por desconfianza, bien por bulos creados por la oposición a los jefes de las aldeas a quienes no interesaba que la situación de la comunidad mejorase, no eran bien recibidos.
Hoy en día es diferente. Los facilitadores de AMEC son respetados y su labor como interlocutores entre ISF y la población local es muy importante. Junto a ellos, se está tratando de transformar las improvisadas viviendas de pau a pique en casas modelo.
En los Centros de Salud Rurales el trabajo es diferente. ISF se encarga de equiparlos de energía, agua limpia y comunicaciones. Aunque el arranque de los proyectos fue lento y lleno de dificultades, hoy día en la mayoría de los dieciocho Centros de Salud que el gobierno estatal ha reformado o reconstruido y en los que trabaja ISF cuentan con paneles fotovoltaicos, una emisora de radio y una fuente de agua limpia exclusiva para uso del Centro.
Queda mucho por hacer, en cualquier caso, tendrán que ser ellos mismos, a través de sus gobiernos y sus instituciones (el programa de ISF también contempla el fortalecimiento institucional, tan imprescindible), quienes lo decidan y, cuando lo hagan, allí deberemos estar nosotros para prestarles la ayuda que necesiten».
























