El sistema de carril bus busca atajar los frecuentes atascos en las entradas a las grandes ciudades originados por los bajos índices de ocupación de los vehículos, inferiores a 1.3 personas durante las horas punta en la mayoría de los países desarrollados, y descendiendo. En España, la media de ocupación de los vehículos privados es muy baja. En horas punta, aproximadamente el 70% de los vehículos lo ocupa una sola persona.
Por sus costes económicos y ambientales, cada vez resulta más difícil responder a la demanda de movilidad con más oferta de infraestructuras, con la construcción o ampliación de las redes de vías de alta capacidad en las zonas metropolitanas. La promoción del transporte público se inscribe en el marco de las políticas que intentan reducir el consumo energético y los impactos ambientales asociados al uso masivo del automóvil privado. Transportar el mismo número de personas con un número menor de vehículo supone reducir los flujos de circulación y, consecuentemente, reducir proporcionalmente el coste energético y la contaminación.
Habilitar carriles bus es una herramienta eficaz para reducir los impactos negativos del tráfico y contribuir a la conservación de los recursos energéticos y la calidad del aire. El desequilibrio en el reparto de modos de transporte es muy desigual. El peso relativo del transporte viario interurbano es sólo del 10%. Aun así, son numerosos los autobuses y autocares de entrada a las ciudades por sus principales corredores viarios. Los datos demuestran que en los periodos de mayor densidad de tráfico de las vías de acceso a las grandes ciudades, los carriles bus transportan un número mayor de personas que los carriles convencionales, a pesar de disponer de un espacio mucho menor.
El transporte público obtiene claras ganancias temporales en relación a los carriles convencionales. Las mayores diferencias de tiempo de recorrido se producen a primera hora de la mañana, cuando los atascos llegan a su máximo.En general, las experiencias estudiadas hasta el momento demuestran que la puesta en marcha del sistema de carril bus tiene efectos directos e inmediatos sobre la ocupación media de los vehículos que circulan por estas vías. El carril Bus‐VAO parece haber actuado realmente como un inductor del cambio modal, contribuyendo a incrementar la ocupación de los vehículos.
En este sentido, CCOO se felicita por la propuesta de nueva distribución del espacio vial de la autovía B-23 en Barcelona, una solución muy acertada y ajustada a la situación económica que atravesamos. Este modelo tan exitoso ya funciona en un tramo de la A-6 en Madrid desde 1995, pero pese a las reiteradas promesas, nunca se ha extendido al resto. Multitud de estudios concluyen que a partir de un cierto umbral en la dotación de grandes infraestructuras –que en España hemos superado hace tiempo–, cualquier inversión en nuevas obras puede ser contraproducente para el desarrollo desde una estricta visión economicista, sin hablar de su fuerte impacto ambiental y social.
























