
La violencia de género es la más grande historia de desamor de la humanidad. Mitos que culpabilizan a la mujer de la expulsión del Paraíso, la ablación, la violencia doméstica, la violación como arma de guerra o las lapidaciones, reflejan la violación de los Derechos Humanos de las mujeres a lo largo de los siglos. Sin embargo, esa historia está cambiando gracias a que mucha gente ha ‘dado la lata’: se han logrado cambios relevantes en las legislaciones, en la prevención y en la educación de las futuras generaciones. Pero aún queda mucho por conseguir.
Por eso, la ONG Paz y Desarrollo ha lanzado la Campaña “Dar la Lata” cuyo objetivo es que mantengamos un compromiso continuo para lograr que la violencia de género sea una historia del pasado. El pasado, domingo, 29 de abril, la ONG ha entregado 2.000 latas en el centro de Madrid a personas que han aceptado el reto de “conservar su conciencia intacta contra la violencia de género”.
En www.darlalata.org, además del vídeo “La mayor historia de desamor jamás contada”, se ofrecen datos sobre los avances contra la violencia de género sucedidos en los últimos años. Por ejemplo, Austria, Hungría, México y Portugal han decidido, por primera vez, considerar delito la violencia sexual ejercida contra las mujeres por sus maridos. Polonia, Rusia y Zimbabue han creado hogares de acogida y líneas telefónicas especiales. En 2005 se aprobó el Protocolo sobre los Derechos de las Mujeres Africanas, primer texto de ámbito continental que prohíbe explícitamente la mutilación genital femenina. En España la violencia de género ha pasado de ser una práctica consentida, a ser un delito castigado por la ley. Hasta hace muy poco, la legislación franquista permitía que el marido pudiera “corregir físicamente a mujer e hijos siempre que no los dejara lisiados”. Han tenido que pasar muchos años y sumar los esfuerzos de muchas personas para que por fin en 2004 se aprobara la Ley Integral contra la Violencia de Género.
La Campaña “Dar la Lata” está impulsada por la ONGD Paz y Desarrollo y forma parte de un Convenio de Cooperación en Vietnam que trata de prevenir la violencia contra las mujeres, y que no hubiera sido posible sin la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
























