El acaparamiento de tierras afecta al 30% de la superficie cultivable en Senegal

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La tierra fértil es un recurso cada vez más escaso y preciado. En menos de un año, 42 millones de hectáreas de tierras en el mundo han sido adquiridas por inversionistas (más del doble de la superficie cultivada en el estado español), de los cuales más del 75% (32 millones de hectáreas) en África Subsahariana, según datos del Banco Mundial. El auge de ventas de tierras se alcanzó en 2008, debido a la subida del precio de los alimentos. China, Corea del Sur, EAU, Japón y Arabia Saudí son dueñas de más de 7,6 millones de hectáreas de cultivo fuera de sus países.

La ONG senegalesa EDNA Tiers Monde ha denunciado en la Cúpula de los Pueblos de Río+20 que la política del gobierno senegalés sigue promoviendo el agronegocio frente a la agricultura familiar. El 30% de la superficie cultivable del país (670 mil hectáreas) está en manos de empresas o estados extranjeros y de algunos altos funcionarios o empresarios senegaleses. 

Las adquisiciones de tierra conllevan la expulsión de las poblaciones locales. Las empresas que las compran las utilizan con fines comerciales como la producción de biofuel, aceite de palma… o para cultivar alimentos como cereales o arroz que luego se exportan a otros países. 

Mamadou Goita (Institute for Research and the promotion of alternatives in development-IRPAD) de Mali también ha denunciado que su país sufre el acaparamiento de tierras, especialmente en la zona del delta del río Niger. «Tenemos un grave problema de seguridad alimentaria, en un país como Mali eminentemente agrícola y con la mayor parte de la producción agrícola acaparada por inversores extranjeros» señala Goita. Y añade: «nosotros cuidamos la tierra, no podemos explotarla al máximo y dejarla morir. Para nuestra cultura, la tierra pertenece a tres generaciones: nuestros antepasados ya fallecidos, los que la explotamos ahora y las generaciones futuras. En ellas pensamos cuando trabajamos nuestra tierra.»