Malí necesita alimentos urgentemente

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“Quienes siguen en Gao viven con miedo. Muy pocas personas han vuelto a la zona tras huir de la violencia. Tanto el miedo como la inseguridad (kamikazes, minas, francotiradores…) hacen muy difícil empezar a planificar programas de medio y largo plazo, no sabremos realmente cuándo vamos a poder empezar a trabajar en la recuperación. La adhesión o el rechazo a los yihadistas está, además, desestructurando aún más a una población familiarizada con problemas de carácter étnico”, explica desde Bamako el Director País de Acción contra el Hambre en Malí, Frank Vannetelle.

“Pero además del conflicto, la gente está también preocupada por la escasez de alimentos: están en juego sus medios de subsistencia. El trueque con alimentos se está convirtiendo en una práctica habitual”, asegura la Coordinadora del Equipo de Emergencias, Helena Valencia.

Producción agrícola deficitaria

Las cosechas han sido muy desiguales en el norte: muchos campesinos desplazados por el conflicto no han sembrado y los que se quedaron se vieron obligados a reducir sus movimientos. La gente tenía miedo de ir al campo. Asimismo, la sequía que ha padecido el Sahel en 2012 ha provocado una gran escasez de semillas. Generalmente, el invierno es un período de post cosecha en el que se aprovechan los márgenes de los ríos para sembrar, pero hoy por hoy los campesinos no cuentan con esta posibilidad por la falta de semillas. Hasta el mes de mayo no se comenzará preparación de los campos de cultivo pero semillas y herramientas serán necesarias.

La ganadería, también en dificultades

La inseguridad en la zona durante los últimos meses ha llevado a una disminución del comercio con los países vecinos. Con la crisis humana y económica, la población apenas puede comprar carne u otros alimentos ante el incremento de los precios. “En 2012  una cabra valía 25.000 CFA, ahora vale 15.000 CFA. Esto no es suficiente para comprar un saco de 50 kilos de arroz, que cuesta cerca de 20.000 CFA”, explica Vannetelle. Además, los circuitos habituales de los pastores trashumantes se han visto alterados. Los pastores se han desplazado en busca de zonas de pasto y agua más lejanos para proteger a su ganado ante el pillaje creciente. La campaña de vacunación no se podrá llevar a cabo con normalidad este año y podría aumentar el riesgo de que el ganado enferme o incluso muera.

Resiliencia, clave para la paz

 A día de hoy, garantizar alimentos no es sólo una respuesta de emergencia a las necesidades de la población, es también la condición para el restablecimiento de la paz. “Nos preocupa enormemente que una sequía como la 2011-2012 pueda golpear a las poblaciones más debilitadas por esta crisis. A medio y largo plazo la única solución pasa por recuperar y estabilizar las poblaciones de la región, incrementando así su resiliencia: es crucial que la gente tenga las capacidad para afrontar con autonomía futuras sequías”, concluye Vannetelle.

Acción contra el Hambre trabaja en Malí desde 1996 en cuatro zonas: Gao, Kita (región de Kayes), Banamba (Koulikouro) y Bamako (comunidad VI) a través de programas de apoyo a la desnutrición, respondiendo a las crisis alimentarias y mejorando la seguridad alimentaria de los más vulnerables.

Acción contra el Hambre es una organización humanitaria internacional e independiente que combate la desnutrición infantil a la vez que garantiza agua y medios de vida seguros a las poblaciones más vulnerables.  Intervenimos en más de 45 países apoyando a más de siete millones de personas. Nuestra visión es un mundo sin desnutrición; nuestro primer objetivo, devolver la dignidad a quienes hoy viven amenazados por el hambre

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