La LXXII Asamblea de la FAPE reunida en Granada aprobó el pasado sábado una resolución en defensa del periodismo veterano, presentada por la Asociación de Periodistas – Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL), cuya defensa realizó la presidenta almeriense, Covadonga Porrúa. El texto se aprobó por unanimidad, incluyendo una sugerencia de la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar.
La crisis sin precedentes que vive el sector de la prensa ha dejado en la calle a miles de periodistas, fomentado la precariedad laboral y salarial y la explotación de los profesionales por parte de editores sin escrúpulos, capaces incluso de ofrecer puestos de trabajo sin remuneración.
Los editores han respondido a la crisis con expedientes de regulación de empleo masivos, aprovechando las facilidades –despido barato y rápido- que les otorga la reforma laboral impulsada por el Gobierno.
El objetivo principal de las reducciones de plantilla ha sido, y sigue siendo, el grupo de trabajadores mayores de 55 años y con 30 años de experiencia, a los que se ha expulsado prácticamente de todas las redacciones.
Ante esta situación, la Asociación de Periodistas – Asociación de la Prensa de Almería propone a la LXXII Asamblea General de la FAPE, reunida en Granada, la siguiente resolución para que sea difundida y que se aprobó por unanimidad el sábado, 13 de abril de 2013, en Granada:
LA FAPE ADVIERTE QUE DESPIDOS DE PERIODISTAS VETERANOS DEBILITA EL PERIODISMO DE CALIDAD
La LXXII Asamblea General de la FAPE denuncia que los editores, aprovechando las facilidades que concede la nefasta reforma laboral impulsada por el Gobierno, han intensificado en el último año los despidos de periodistas y rebajado las condiciones laborales y salariales de las redacciones. También denunciamos que editores sin escrúpulos están aprovechando la crisis para ofrecer empleos sin remuneración, como hemos puesto de manifiesto en la campaña “gratis no trabajo” promovida inicialmente por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y asumida por la FAPE.
El sector periodístico ha perdido desde noviembre de 2008 a hoy casi 10.000 empleos, la mitad en 2012, el peor año de la crisis, que coincide justamente con la aplicación de la reforma laboral, según los datos del Observatorio de la Crisis puesto en marcha en dicho mes.
El paro se ha convertido en el primer problema de nuestra profesión, con una especial incidencia en el grupo de trabajadores mayores de 55 años y con 30 años de experiencia, a los que se ha expulsado prácticamente de todas las redacciones.
Este hecho ratifica que el principal objetivo de los editores era, y es, precisamente dicho colectivo, al que no solo se le expulsa de la profesión sino que en algunos casos se hace de manera humillante con argumentos que la FAPE rotundamente rechaza.
No es verdad, como sostienen algunos editores, que los veteranos no se han amoldado a las nuevas tecnologías. Y la prueba de que este argumento es falso es que muchos periodistas veteranos que fueron pioneros en adaptarse a los nuevos soportes e incluso lideraron su implantación en los medios han acabado en la calle.
El argumento real de los editores es que los veteranos son “caros”. Y este argumento de los editores encierra otra “verdad”: son “caros” en relación a lo “baratos” que resultan los recién titulados, los becarios y los practicantes, a los que se les pagan salarios de miseria, se les imponen caprichosas condiciones de trabajo y se les recortan todos los derechos posibles.
Los editores olvidan que lo “barato” casi siempre resulta “caro”. Porque “caro” es que la expulsión de los periodistas experimentados, con buenas fuentes, con criterio y con capacidad para resistir las presiones, debilite las redacciones y afecte directamente a la calidad del periodismo. Porque “caro” es para la credibilidad y el prestigio del periodismo que los políticos aprovechen la ausencia de los sénior para imponer las ruedas de prensa sin derecho a preguntas, conscientes de que los becarios tienen pocas posibilidades de plantarse como lo harían los veteranos. Porque “caro” es que las empresas editoras aprovechen la debilidad de las redacciones para abandonar la esencia del periodismo e imponer exclusivamente el negocio puro y duro. Porque “caro” es que la expulsión de los periodistas experimentados quiebre la cadena de aprendizaje que une a veteranos y noveles en las redacciones, en un oficio como el nuestro que necesita forjarse poco a poco con los sabios consejos de los que llevan decenas de años ejerciéndolo. En los medios locales, tan azotados por la crisis y la irresponsabilidad de las empresas, ya no hay medios con criterios periodísticos y modos éticos que les distingan, ausentes los sénior, que son la auténtica memoria de la región, quienes aportan un conocimiento preciso del entorno para el que trabajan, adquirido por sus años de experiencia, un valor con el que no cuentan los recién llegados.
Las reducciones de plantilla, acompañadas en ocasiones de un trato vejatorio, dejan al periodista indefenso y con pocas salidas para afrontar su futuro inmediato laboral en un contexto de elevado desempleo y del cierre de medios (más de 70 desde noviembre de 2008).
La FAPE constata que la política de eliminación de las redacciones de los periodistas con experiencia no soluciona, además, el problema de los jóvenes porque el puesto vacante, cuando no es amortizado, es devaluado a condiciones miserables.
La FAPE rechaza la durísima ofensiva de los editores contra los periodistas en general y contra los veteranos en particular, concretada en indemnizaciones irrisorias, rebajas salariales de hasta un cincuenta por ciento para los que conservan el empleo, jubilaciones forzosas con coeficientes reductores trimestrales al no superarse en la mayoría de los casos los 38 años y 6 meses cotizados y supresión de los derechos de autor.
La FAPE advierte a los editores que su apuesta por redacciones pequeñas explotadas y mal pagadas atenta contra su argumento de que el futuro está en el periodismo de calidad y es, por lo tanto, una apuesta suicida por el fracaso. La FAPE coincide en que el futuro está en el periodismo de calidad, un periodismo con valor añadido por el que los usuarios estarían dispuestos a pagar, pero nos preguntamos quién garantizará esa calidad si los que podrían hacerlo han sido despedidos.
Granada, a 13 de abril de 2013