La desnutrición severa afecta ya a una de cada cinco familias en algunas zonas del norte de Malí

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La mortalidad y la desnutrición severa vuelve a cebarse con la población más vulnerable del norte de Malí: uno de cada cinco hogares en Gao y Tombuctú está en riesgo de padecer inseguridad alimentaria severa y una de cada cinco familias tiene algún menor con desnutrición severa en la región de Kidal

Los 450.000 desplazados por el conflicto se resisten aún a volver al norte del país por el riesgo de inseguridad en la zona

Pese a una buena temporada de lluvias la sombra de la crisis alimentaria vuelve a sobrevolar la región de Sahel: 10,3 millones de personas viven ya en riesgo de inseguridad alimentaria y 1,4 millones de niños podrían morir por desnutrición severa

Los casos de desnutrición que estamos viendo en los hospitales de Chad, Burkina Faso o Malí nos vuelven a enfrentar a un escenario de desnutrición severa similar al de 2012. ¿Por qué sucede esto si la temporada de lluvias ha sido relativamente buena?

“En primer lugar porque no todas las regiones se han beneficiado por igual de las buenas lluvias, en segundo lugar porque estamos hablando de una población que ha sufrido tres crisis alimentarias solo en los últimos ocho años, sin tiempo apenas para sobreponerse entre una y otra, y además la ayuda humanitaria no alcanzó a todos los hogares por falta de fondos. En tercer lugar, el conflicto y la inestabilidad del norte de Malí han añadido un duro golpe a sus habitantes: muchos no han podido ir a sus campos para recoger ni para sembrar, ni acudir a los pastos habituales, y los 450.000 desplazados por la violencia tienen todavía miedo de volver a sus hogares. Los refugiados y desplazados no solo están desprovistos de autonomía y medios de vida, suponen además un esfuerzo añadido para países vecinos de la región también extremadamente frágiles como Mauritania o Níger” explica Álvaro Pascual, responsable geográfico de Acción contra el Hambre para Malí, Níger y Mauritania.

Por el momento la comunidad internacional ha cifrado en 716 millones de dólares las necesidades humanitarias para esta nueva crisis en ayuda alimentaria, agricultura y nutrición, para 10,3 millones de personas. El año pasado la crisis afectó a 18 millones de personas.

Tratamiento nutricional, alimentos, semillas… y resiliencia

Acción contra el Hambre continúa trabajando activamente a través de sus cooperantes en la región para dar una respuesta tanto en emergencia como en la recuperación de los medios de vida. Además del tratamiento de la desnutrición severa  en lugares como Gao, Bourem y Ansongo en el Norte de Mali , está preparando una distribución generalizada de alimentos terapéuticos nutricionales para niños en el norte de Malí y el apoyo para la recuperación de los medios de vida de unas 10.000 familias. La organización destaca la necesidad urgente de semillas ya que, aunque pueden estar disponibles en algunos mercados, la población más vulnerable no tiene posibilidad de comprarlas y ahora resulta crucial asegurar la siembra para poder recolectar a finales de verano.

Aunque no existe una receta mágica para Sahel, que alberga a países entre los más pobres del mundo, para Álvaro Pascual es importantísimo “que la comunidad internacional, los gobiernos de la región y la acción humanitaria pongan el fortalecimiento de la resiliencia en los primeros puestos de la agenda: se trata de un concepto ambicioso para definir la capacidad de la población de adaptarse y hacer frente a choques externos y pasa por ser la única solución viable a medio y largo plazo para reducir la mortalidad por desnutrición en este punto del planeta”.