
Acción contra el Hambre apela a un compromiso sostenido con el país saheliano, donde hoy 1,3 millones de personas están en riesgo de inseguridad alimentaria
Aunque actualmente se necesita ayuda alimentaria y de emergencia, sobre todo en el norte (en Kidal la desnutrición ya ha superado los niveles de emergencia), la comunidad internacional y los donantes deben apostar al mismo tiempo por financiación que permita el fortalecimiento de la resiliencia en el medio y largo plazo, creando entre la población la capacidad de hacer frente a futuras crisis y sequías cada vez más recurrentes
La paz requiere que el Estado y los servicios públicos básicos a la ciudadanía en salud y educación vuelvan a funcionar en la región del Norte
Acción contra el Hambre espera que el encuentro en Bruselas de hoy, 15 de mayo, en el que está prevista la participación de ministros de Exteriores europeos y altos representantes de la Unión Europea no se quede en “promesas incumplidas” y que Europa “se comprometa a una ayuda sostenida y duradera orientada a fortalecer la resiliencia de la población en el largo plazo, además de asegurar los fondos de emergencia destinados a paliar crisis nutricionales”, explica el Responsable Geográfico de Acción contra el Hambre para Malí, Álvaro Pascual.
Álvaro Pascual recuerda que España ha reiterado en numerosas ocasiones su compromiso prioritario con los países del Sahel, y específicamente con Malí, por lo que Acción contra el Hambre invita a que se concrete esta solidaridad en el marco de esta conferencia.
“Está sobradamente probado que es mucho más efectivo prevenir la desnutrición, con un enfoque integral del problema, que limitarse a tratarla. Además de la inestabilidad coyuntural del último año en el norte del país, la región de Sahel está sufriendo sequías cada vez más duras y recurrentes, dejando a la población en una situación creciente de vulnerabilidad y sin apenas tiempo para recuperarse entre una y otra. Solo reforzando la capacidad de respuesta por parte de la población se podrá emprender el camino del desarrollo”, explica Pascual. ¿Cómo crear resiliencia? Acción contra el Hambre apuesta por proyectos que prioricen, por ejemplo, la capacidad de retención de agua del suelo, el uso de cultivos mejorados o más resistentes a la sequía o la detección y tratamiento temprano de la desnutrición en los sistemas públicos de salud.
Emergencia en el norte del país
Hoy día uno de cada cinco hogares en las regiones del norte del país (Gao, Tombuctú y Kidal) afrontan una escasez severa de alimentos. Los índices de desnutrición han alcanzado ya los umbrales de la emergencia en algunas zonas del país, y aumenta el riesgo para el estado nutricional de los niños menores de cinco años en los campos de refugiados en los países vecinos y en las zonas más vulnerables en el norte del país, a medida que avanza la temporada de entre cultivos. El Responsable Geográfico de Acción contra el Hambre para Malí, Álvaro Pascual, recuerda que por el momento solo se han desembolsado 112 millones de dólares de los 409 millones (un 28%) que las Naciones Unidas han reclamado para hacer frente a la crisis actual. La región del norte sufre, además, un duro déficit de infraestructura y de desarrollo desde su independencia: los servicios básicos de salud y educación nunca llegaron a esta región, lo que ha consolidado la fuerte desconfianza de su habitantes en el interés real de los gobiernos de Bamako por mejorar las condiciones de vida en la zona.
Acción contra el Hambre trabaja en Malí desde 1996 en cuatro zonas: Gao, Kita (región de Kayes), Banamba (Koulikouro) y Bamako (comunidad VI) a través de programas de apoyo a la desnutrición, respondiendo a las crisis alimentarias y mejorando la seguridad alimentaria de los más vulnerables.