Proyectos de desarrollo en todo el mundo buscan voluntarios y viajeros solidarios que apoyen su continuidad

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Los recortes provocados por la crisis económica han supuesto un duro ajuste en las dotaciones en ayuda oficial al desarrollo, así como en las aportaciones del sector privado (particulares y corporativas) a iniciativas de organizaciones no gubernamentales y comunitarias en zonas desfavorecidas de todo el mundo. En España, las cantidades aportadas a proyectos de ayuda al desarrollo por parte del Gobierno han pasado de en torno al 0,43% de la Renta Nacional Bruta en 2009 al 0,20% este año. En el caso de las comunidades autónomas, han pasado de suponer en torno al 0,29% de sus presupuestos en 2008 a sólo el 0,09% en los últimos ejercicios (según datos de las Coordinadoras Autonómicas de ONGD de Desarrollo). Y, lo que agrava aún más la situación, parte de esas dotaciones no llegan nunca a materializarse, bien porque no son adjudicadas o bien por situaciones de impago de las administraciones.

Estos recortes están suponiendo la paralización y la desaparición de muchos proyectos en zonas necesitadas, ante la imposibilidad de lograr recursos que soporten su continuidad.

En este contexto, ONGDs e iniciativas comunitarias de desarrollo están reforzando otras fuentes de generación de apoyo, tanto humano como económico. Una de ellas son los viajes solidarios y el voluntariado, que, si bien siempre han sido un pilar fundamental en su labor, han ganado en importancia en los últimos ejercicios.

¿Qué aportan los viajes solidarios?

El turismo con base comunitaria ha demostrado en los últimos años que puede ser un sector de actividad que contribuya de forma importante al desarrollo de zonas desfavorecidas. Constituye una fuente de ingresos, genera puestos de trabajo (tanto directa, como indirectamente), contribuye al crecimiento de otras actividades económicas relacionadas, es un incentivo para la protección y recuperación de tradicionales culturales y espacios naturales y puede impulsar al desarrollo de infraestructuras y servicios. Al mismo tiempo, permite mejorar el equilibrio de la balanza de pagos y avanzar en la reducción de la deuda externa.

Su impacto no es sólo económico: la convivencia y la participación en proyectos de cooperación y desarrollo genera una dinámica de comunicación, intercambio y respeto entre

personas que redunda en la sensibilización y concienciación mutua sobre la coexistencia de diferentes realidades, avanzando hacia la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

Todo lo anterior sólo es posible si los programas de viajes solidarios se desarrollan con criterios de responsabilidad, equidad y sostenibilidad (social, cultural, medioambiental y económica). De lo contrario, los efectos sobre las comunidades pueden ser muy negativos, convirtiéndose el turismo en un ‘depredador’ y destructor del territorio y sus recursos.

La oferta de viajes solidarios es cada vez más numerosa y diversa, al tiempo que la demanda está creciendo en torno al 20% anual (según la Organización Mundial del Turismo). Este incremento responde, sobre todo, a tres factores: una creciente sensibilización, concienciación y compromiso respecto a las diferentes realidades que coexisten en el mundo; la búsqueda de nuevas experiencias por parte de viajeros, y la compleja situación del mercado laboral, que lleva a muchas personas a buscar otras opciones ante la falta de empleo.

Viajes responsables y sostenibles: el proyecto Destino Solidario

Viajes y cooperación se dan la mano en el proyecto de la ONG Destino Solidario, que aspira a convertirse en puente de comunicación entre personas con inquietudes sociales y capacidad de compromiso y comunidades de regiones desfavorecidas. Para ello se parte de la idea de un viaje activo, en el que la persona convivirá y tomará parte en el día a día de los habitantes del lugar de destino, ya que se considera que las experiencias reales, a través de esta implicación directa, son la mejor fórmula de sensibilización y concienciación. La convivencia y el trabajo son los dos pilares de las estancias en cada destino.

En línea con los criterios indicados antes, se priman los proyectos en los que se garantice la organización interna, la distribución equitativa de tareas y de ingresos y la autogestión.

El protagonismo se centra en las personas, los viajeros y las familias de las comunidades de destino. En la página web www.destinosolidario.org se explica con todo detalle cuál es la organización o comunidad de acogida en cada caso, su trayectoria y proyectos actuales, sus circunstancias y necesidades reales y se exponen otras posibles formas de colaborar con cada una de ellas, además de los viajes solidarios. Se les da personalidad propia y participación directa en los contenidos y la comunicación.

Hasta el momento, hemos contactado con unas 60 ONGs y comunidades (en torno a 30 de países de Latinoamérica, 15 de Asia y 15 de África). De ellas, 11 se han sumado ya al proyecto de Destino Solidario: Casa Guatemala y Comunidad Esperanza, en Guatemala; Illary Ika y Cooperativa Cocla, en Perú; Tusoco, en Bolivia; Kyempapu, en Uganda; Sana Logone, en Chad- Camerún; Afrique Aventure Ecotourisme Active, en Senegal; Initiative Association Without Borders for Voluntary and Social Work, en Marruecos; Navdanya, en La India, y Child Helping Education Fund (CHEF), en Nepal. Destino Solidario es un proyecto abierto.