
Lo más singular de los seres humanos es su capacidad para realizar un discurso, para establecer un diálogo con otros haciendo uso de su habilidad de comunicación. Una capacidad que, a lo largo de la historia, ha servido para transmitir, crear y conservar progresivamente la cultura que caracteriza a cada pueblo. Ser capaz de comunicarse y ser social son dos dimensiones inseparables de la naturaleza humana. Una sociedad humana es posible porque existe un intercambio de información que, además de ser práctica para la vida, da respuesta al deseo de cada persona de conocer más, de llegar al fondo, a la verdad de las cosas, dando respuesta a la búsqueda de sentido que entraña el camino de la vida, creando cultura.
COMUNICACIÓN; TECNOLOGÍA, CULTURA
Desde el acto más básico de verbalizar un concepto hasta el intercambio de imágenes con sonido a través de ondas electromagnéticas, el hombre ha sido capaz de explorar, en cada época, nuevas herramientas, métodos y lenguajes, cumpliendo su deseo irrenunciable de escudriñar la realidad y de desvelar sus misterios, en un proceso que el ser humano realiza en diálogo con sus congéneres. En la historia se han dado saltos importantes en el uso de tecnologías cada vez más complejas para satisfacer esta necesidad crucial; mejoras en el proceso comunicativo que han significado auténticas revoluciones. En el último siglo, y en apenas pocos años, el desa- rrollo informático y de las telecomunicaciones ha sido
tan rápido que muchos comparan la actual revolución de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) con la “revolución industrial” del siglo dieciocho, que supuso un cambio sustancial en las relaciones eco- nómicas, políticas y sociales. La constante innovación de las TIC, que sucede en paralelo al proceso de globalización, sitúa a la humanidad ante el reto de adentrarse en una nueva etapa de rápidos y profundos cambios.
Habitualmente se califica la sociedad de nuestro siglo como lasociedad de la comunicaciónpor las crecientes posibilidades de almacenaje, intercambio y análisis de información, lo que está produciendo una transformación significativa en nuestro modo de relacionarnos, abriendo nuevas posibilidades de participación en todas las dimensiones de la vida. El desarrollo de estas “nuevas tecnologías” se basa en tres elementos básicos en continua innovación: la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones, que crean permanentemente nuevas realidades comunicativas debido a sus posibilidades de interacción e interconexión instantáneas. Es un proceso en el que tecnología, comunicación y desarrollo se interrelacionan, pasando de ser herramientas a convertirse en espacios y medios para la reflexión y la intervención transformadoras de la realidad sociocultural.
El acceso a las tecnologías de la información y de la comunicación fue considerado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como una de las metas a lograr para alcanzar el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 8: “fomentar una asociación mundial por el desarrollo”. De acuerdo con la Declaración de Desarrollo del Milenio, suscrita por las Naciones Unidas en 1990, “hacer posibles los beneficios de las nuevas tecnologías, en colaboración con el sector privado” se puede medir teniendo en cuenta los siguientes
indicadores: número de líneas telefónicas por cada 100 habitantes, número de teléfonos móviles por cada 100 habitantes y número de usuarios de Internet por cada 100 habitantes.
Pero, ¿es suficiente medir el número de líneas de teléfonos móviles para considerar cuánto se ha avanzado en el desarrollo de los pueblos más pobres? Si las TIC sólo constituyen una herramienta mejorada y su acceso un indicador de desarrollo, ¿no estaremos considerando el desarrollo sólo como avance tecnológico, que busca una alta rentabilidad en vez de favorecer, en primer lugar, el ejercicio de un derecho básico para todos?
Cuando hablamos de las TIC, no hablamos sólo de teléfonos móviles, aunque su número, como desíntomade desarrollo, sirva para cuantificar la llamada “brecha digital”. Es obligado considerar que hay otras dimensiones del desarrollo que se ven potenciadas por el progreso de estas tecnologías, como son la salud, la seguridad, la educación, el acceso a los recursos… Y más aún, el derecho a la información y la necesidad de comunicarnos, junto con la construcción de una sociedad cada vez más participativa y responsable, son cuestio- nes que dependen, directamente, del modo en el que las TIC contribuyen al proceso global de desarrollo.
TIC Y DESARROLLO
Algunos expertos suelen identificar tres tipos de enfo- ques para implantar las TIC en las acciones de desarrollo. El enfoque más simple es el que considera las TIC como fin, con una visión centrada en la importancia de las infraestructuras, y que supone que su existencia pro- vocará un uso efectivo y los efectos sociales de desarrollo deseados. Otra perspectiva considera las TIC como herramientas al servicio del desarrollo, centrándose en los contenidos y las aplicaciones, supuestamente neutros, en su contribución cultural y social. Una última postura considera las TIC para el desarrollo humano, comprendiéndolas como, más que una herramienta, un catalizador para la mejora social. Este potencial de cambio es posible gracias a las propias características de las TIC (transparencia, interactividad, horizontalidad y democratización de la información) que permiten, sobre todo a los pobres y excluidos, ampliar sus oportunidades de:
· Uso e intercambio de información, que favorecen el acceso al conocimiento, condición para la igualdad real de oportunidades.
· Comunicación y cooperación entre personas, al facilitar la creación de redes de forma extensa, abriendo nuevos espacios, formatos, y estrategias de organización más igualitarias y colaborativas.
· Ampliación de las oportunidades de participación en procesos democráticos, de incidencia social y política y de diversidad cultural, dando y potenciando la voz de los colectivos que estaban excluidos hasta el advenimiento de los mismos.
Como vemos, las tecnologías pueden favorecer un desarrollo más inclusivo. Una oportunidad que puede ser aprovechada para generar una cultura cada vez más solidaria, que también debe alcanzar a los países desarrollados. Manos Unidas, consciente del potencial que tienen las TIC, desde hace cinco años ha ido aprovechándolas, cada vez con más profundidad, en los procesos de sensibilización y de Educación para el Desarrollo. A través de ellas, no sólo hemos facilitado el conocimiento de los países del Sur, sino que hemos abierto nuevos espacios de diálogo y de intercambio de experiencias, de participación y de encuentro entre pueblos y culturas, contribuyendo a laglobalización de la solidaridad.
Según un informe realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2011, se puede concluir que las TIC contribuyen al desarrollo humano porque por un lado, las innovaciones aumentan de forma directa las capacidades de hombres y mujeres para el ejercicio de sus derechos, y por otro, constituyen un medio para el crecimiento económico gracias al aumento de la productividad que generan. Pero todavía más, desarrollo humano y avances tecnológicos se refuerzan mutuamente ya que toda innovación es expresión de la potencialidad humana y de su capacidad para trabajar por la consecución de sus logros. Esta interdependencia entre tecnología, crecimiento económico y desarrollo humano es mostrada en el esquema que aparece en esta página, elaborado por el PNUD.
Sin embargo, para que las tecnologías se orienten realmente hacia la consecución de objetivos básicos de desarrollo humano, hay que tener en cuenta los procesos que aseguran que las personas y las sociedades acceden a su uso (derechos, mercados abiertos, educa- ción, apropiación…) y deciden cómo emplearlas según sus preferencias; y además, se deben considerar los obstáculos existentes que impiden su traducción en resultados. La tecnología no es relevante para el desarrollo humano si no permite y facilita el aumento de capacidades de las personas.
Hay que tener en cuenta que las TIC no son un obje- tivo en sí mismas. Como afirma Olga del Río, doctora en Ciencias de la Comunicación, la experiencia del sistema internacional de cooperación al desarrollo demuestra que los proyectos basados en el determinismo tecnológico en materia de comunicación e información no constituyen la mejor forma de contribuir al logro de los ODM. Para que aumente el impacto de las políticas pú- blicas y los programas de desarrollo, es necesaria una cooperación enfocada hacia los ODM que incorpore las TIC de forma transversal para contribuir a la eficacia de la lucha contra la pobreza.4 El Grupo de Tareas de la ONU sobre TIC realizó, en 2003, una recomendación para lle- var a cabo esa incorporación (cuadro pág. 18).
LA BRECHA DIGITAL
Con esta expresión se quiere designar la gran diferencia existente en el acceso real a las TIC entre países y entre grupos de personas dentro del mismo país. Normalmente se expresa en forma de indicadores que recogen el número de ordenadores, teléfonos o navegantes de la red. Son indicadores que muestran síntomas o consecuencias en que se manifiesta esa “brecha digital”.
La brecha digital en cifras
Hacia finales de este año, de acuerdo con los datos ofrecidos por la Unión Internacional de Telecomunicaciones6, el 40% de la población mundial estará conectada. Pero ese acceso es muy desigual en las diferentes regiones del planeta: mientras que en los países desarrollados el 78% de las personas tiene acceso a la red, en los países en desarrollo ese porcentaje es solo del 32%. Aunque el crecimiento del acceso a Internet sigue aumentando con fuerza, en África sobre todo, sin embargo todavía 4.000 millones de personas están “no conectadas”; y el 90% de estos no-conectados pertenece a los países pobres o en desarrollo. En definitiva, dos tercios de la población mundial están desconectados de Internet y de las oportunidades a las que un tercio privilegiado tiene acceso.
Para “entrar” en Internet se necesita electricidad o baterías, un dispositivo (ordenador o teléfono inteli- gente), y conexión (infraestructura y acceso a esas redes). Pero para ser parte activa y construir algo en la sociedad de la información se necesitan, además de lo dicho, alfabetización y habilidades específicas de uso del ordenador, del software y las redes.
Aquí nacen las otras brechas digitales, las desigualdades dentro de la brecha. Según un informe realizado por la empresa de tecnología Intel, en colaboración con ONU Mujeres, a escala global, en los países en desarrollo, un 25% menos de mujeres que de hombres tiene acceso a internet, disparidad que se eleva a un 45% en regiones como el África subsahariana. Incluso en economías que están creciendo rápidamente, la desigualdad es grande. En el sur de Asia, Oriente Próximo y el norte de África, alrededor de un 35% menos de mujeres que de hombres se conecta a la red.
Para reducir la “brecha digital” es necesario comprender las raíces de las diferencias y los obstáculos que producen esos resultados. El analfabetismo, la violación del derecho a la información, la falta de infraestructuras, la falta de capacitación, la falta de investigación sobre los procesos de incorporación de las tecnologías a los usos sociales y culturales propios de cada pueblo, son barreras que hay que eliminar antes que “vender” más teléfonos móviles. La “brecha digital” es un reflejo de otras brechas sociales y económicas y, a su vez, puede llegar a convertirse por sí misma en una nueva causa de exclusión, retroalimentando a las otras desigualdades y haciendo que la desigualdad sea cada vez mayor.
























