Siria: ataques con misiles dirigidos contra civiles en Alepo y Damasco

Roma, 5 de febrero de 2015 – El Servicio Jesuita a Refugiados está muy alarmado ante la intensificación de los ataques sobre Alepo y Damasco de los últimos días. Estos ataques indiscriminados están dirigidos contra áreas civiles densamente pobladas. El nivel de violencia en Damasco ha alcanzado niveles sin precedentes. La comunidad internacional debe tomar medidas urgentes para proteger la vida de las poblaciones civiles.

Casi cuatro años de conflicto en Siria han dejado un daño inenarrable, sufrimiento y pérdida de vidas en la que antaño fuera una nación estable y relativamente próspera. Según cifras publicadas por agencias humanitarias internacionales, más de 200.000 sirios han muerto y unos 10 millones han sido desplazados por la fuerza. Además, casi un cuarto de millón se ven obligados a vivir bajo un constante asedio.

«Los ataques se han dirigido intencionadamente contra áreas civiles, donde conviven un gran número de desplazados internos y residentes locales. Estos ataques no solo siembran el pánico y el miedo, sino que causan grandes daños estructurales y pérdidas de vidas, a la vez que azuzan las ya tensas relaciones sectarias», dice un miembro del personal del JRS en Damasco.

Los ataques afectan a la asistencia humanitaria, obligando a las ONG a evacuar a su personal, suspendiendo y deteniendo las actividades. Los niños se quedan atrapados en las escuelas. En medio de la violencia, los desesperados padres tratan de ir a recoger a sus hijos, poniendo su propia vida en riesgo. Los que no pueden protegerse a sí mismos son, al final, los que soportan el coste físico y psicológico de la violencia.

«Seguir optando por la solución militar solo hace que profundizar la crisis humanitaria. Para el futuro de toda la región, la comunidad internacional – incluidos los estados de la región – deben hacer todo lo posible para detener la violencia de inmediato».

Con el fin de ampliar la eficacia de la asistencia humanitaria en Siria, hay que brindar más apoyo a los grupos de la sociedad civil que operan en las zonas más afectadas, a las que las organizaciones internacionales no pueden llegar. Estas redes y organizaciones sirias son la esperanza de los civiles y las únicas que pueden proporcionar esa ayuda tan necesaria con muy pocos medios. Involucrar a los actores locales es una manera de fomentar sus capacidades a largo plazo y de ayudar a los sirios a resistirse a la lógica de la violencia y de la guerra.

Los países vecinos son quienes soportan el mayor peso en cuanto a la protección de las personas que huyen de los conflictos. Solo el Líbano acoge a más de un millón de refugiados sirios, lo que supone una enorme presión sobre las infraestructuras de esta pequeña nación mediterránea. Los refugiados son personas sin hogar y sin  empleo, y los niños no están escolarizados. Necesitan con urgencia un aumento masivo de apoyo técnico y financiero de la comunidad internacional.