Ha pasado un año desde el terremoto que sumió Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, en el más absoluto caos, y a juzgar por su situación, podría decirse que el terremoto sucedió ayer. A 12 meses del seísmo, el caos y la incertidumbre siguen instalados en el país, mientras enfermedades como el cólera, se ceban con la población.
La comunidad internacional respondió de manera rápida y masiva tras el terremoto, pero la falta de coordinación ha impedido en estos meses que mucha de la población damnificada se haya beneficiado de la ayuda. Aunque se comprometieron 10.000 millones de dólares en 10 años, más de un millón y medio de personas sigue viviendo en campamentos improvisados, construidos en terrenos privados cuyos dueños/as reclaman. El Gobierno, sumido en pleno proceso electoral -este jueves se celebra la segunda vuelta de los comicios-, es incapaz de encontrar un realojo para miles de familias que ahora se enfrentan a una epidemia de cólera que ya ha matado a más de 2.700 personas y dejado hospitalizadas a más de 50.000. Ya hay más de 130.000 casos confirmados. Solo se ha recogido un 5% de los escombros y la esperada reconstrucción no arranca.
Sin gobierno, sin voluntad política y sin coordinación de la ayuda de la cooperación al desarrollo, la debilidad del país crece día a día. Cuesta creer que las cosas puedan ir peor en Haití. Tan solo algunos testimonios de personas que se han visto beneficiadas, confirman que si se quiere, todo es posible.
NUESTRA AYUDA, UNA REALIDAD
Tras el seísmo, en la Fundación Anesvad activamos cinco operativos de emergencia, entre Haití y la República Dominicana, a donde fue evacuada gran parte de la población damnificada. Una de esas intervenciones tuvo lugar en Croix des Bouquets, uno de los departamentos más devastados por el seísmo. Desde allí nos llegan algunos resultados de evaluación.
6.125 familias (más de 24.000 personas) han recibido kits de subsistencia para cubrir sus necesidades básicas para el agua, la higiene y la alimentación.
Se han realizado 22 operativos médicos, donde se ha atendido a más de 4.700 familias.
Se han instalado 20 letrinas móviles para evitar la contaminación ambiental y la propagación de enfermedades.
Se ha habilitado terreno a 250 familias para que puedan disponer de huertos propios para el cultivo de alimentos.
Se han impartido talleres sobre educación sanitaria, gestión de riesgos y desastres, psicología social, etc.
Una de las personas que se ha beneficiado de esta intervención es Orius Desir, un campesino de 58 años que en el seísmo perdió a su mujer, a tres de sus cinco hijos y a su padre. Desde el desastre vive en uno de los centenares de albergues que pueblan Croix des Bouquets. También es beneficiaria de este proyecto de emergencia, ejecutado por nuestra organización aliada MIPROS, Filonise Pierre, que tiene 41 años. Antes del terremoto era comerciante y ayudaba a su marido. En el momento del seísmo estaba a tres horas a pie de su casa, trabajando. Tras el desastre, volvió a casa. Sus hijos perecieron bajo los escombros. Desesperada, formó junto a varias personas de su comunidad, un albergue en un descampado. Ambos han recibido el kit de subsistencia y toda la ayuda médica necesaria para hacer frente a la tragedia.
























