
El Dr. Cristóbal Belda, jefe de Oncología Torácica y Neurooncología de HM Hospitales, participó este lunes en la Jornada de Derecho Deportivo organizada en el Comité Olímpico Español impartiendo la conferencia “Hacia el encuentro de nuevos elementos en la detección del dopaje en el deporte”. De hecho, el especialista dirige actualmente un proyecto para determinar nuevas formas para detectar el dopaje.
Durante su ponencia, el Dr. Belda propuso basarse en los biomarcadores, es decir, en el rastro que dejan las sustancias en las células para la detección del dopaje, el mismo procedimiento que se emplea para lucha contra el cáncer. Para ello, el equipo que dirige ha manipulado sustancias que se usan habitualmente en el “doping” como EPO, IGF1, GH HIF-1 alfa o Tamoxifeno y las han aplicado sobre células sanas. “Cuando tocamos artificialmente algo tenemos que tener claro que vamos a modificar más de lo que queremos. Por tanto, desde el punto de vista científico, las sustancias dopantes no son otra cosa que sustancias que experimentalmente producen cáncer y enfermedades cardiovasculares. Por eso, para nosotros el doping es un problema de salud”, afirmó el Dr. Belda.
Pero no todos los biomarcadores son válidos. “Para que un biomarcador sea aceptado tiene que cumplir los criterios básicos de ser reproducible, tener una tasa muy baja de falsos positivos y de falsos negativos, ser específico, sencillo, cómodo, barato y biológicamente sensato”, explicó el oncólogo. A partir de ahí, existen criterios internacionales a los que los biomarcadores aplicados a la salud humana se tienen ajustar y, si no lo hacen, su sustento científico es cuestionable.
Asimismo, el Dr. Belda aseguró que la capacidad que tiene la ciencia hoy día de poder ocultar una proteína es muy elevada. Por ello, lo que se intenta es buscar cómo se distribuye la sustancia por el organismo y las trazas del efecto biológico que dejan a su paso, que pueden ser de tres tipos: la traza inmune, ya que cada sustancia puede dejar una memoria inmune en el organismo que, en muchos casos, será imborrable; por otro lado están las trazas exosómicas, es decir, los cambios en los flujos de información genética circulante en sangre entre las células y vinculadas al uso de sustancias dopantes, y finalmente, las trazas biológicas, porque las células pueden responder de la misma forma a distintos estímulos, pero si el estímulo no es fisiológico sino artificial, el recorrido molecular será razonablemente diferente y se podrá identificar como vinculado al uso de alguna sustancia prohibida.
Para este último caso, el Dr. Belda dio a conocer el resultado del estudio de un grupo de investigadores que han dado con la clave para mantener la masa muscular en ausencia de estímulo nervioso o de movimiento. Esta clave es la proteína ALK-3 ha conseguido que un músculo crezca sin realizar ejercicio.
“Lo que proponemos es definir bioquímicamente el dopaje; seguir criterios internacionales para la identificación de biomarcadores y buscar la triple aproximación complementaria a la búsqueda de la traza de cada una de las sustancias que son una aproximación inmune, una aproximación exosómica y una aproximación molecular”, señaló el Dr. Belda. Y concluyó diciendo que con ello “se conseguiría complementar los protocolos actuales con una aproximación biológica que tiene una plausibilidad razonablemente sólida, se aumentaría la seguridad para el individuo, aumentaría la fiabilidad de los test y se aliviarían las cargas burocráticas”.
























