Un elemento fundamental en cualquier programa de salud exitoso es centrarse en la repercusión que éste puede alcanzar. Las subvenciones más eficaces del Fondo Mundial – como los programas que ayudan a reducir la carga de malaria en Etiopía, luchar contra la tuberculosis en Camboya y tratar el VIH en Sudáfrica– se concentran en la repercusión desde el principio. El hecho de centrar la gestión en la repercusión contribuye a que los programas prioricen actividades, determinen riesgos y orienten las inversiones hacia las deficiencias detectadas en la cobertura. Es importante medir la repercusión una vez que un programa está en marcha. Es incluso más importante gestionar desde el principio un programa para conseguir cobertura y repercusión.
Medir la repercusión no resulta tan sencillo como contar el dinero que se ha gastado. Es un proceso más complejo que supervisar cuántos mosquiteros se han distribuido o cuántas personas han recibido tratamiento. Averiguar de forma precisa cuántas personas han evitado realmente contraer una enfermedad gracias a la prevención eficaz no es como hacer una fotografía. Se requiere una cuidadosa recopilación de datos, un profundo análisis de esos datos, con recomendaciones prácticas para mejorar los programas. No se trata sólo de un trabajo para expertos que examinan los historiales en un hospital. Se trata de llevar a cabo una buena gestión, algo que los trabajadores y administradores sanitarios deben conocer, evaluar e integrar en su pensamiento y sus actividades. Medir la repercusión es un elemento clave para saber cuántas personas resultan beneficiadas e intentar que este número aumente.
El Fondo Mundial aprobó la pasada semana un plan de evaluación de la repercusión en el país para apoyar su estrategia de invertir para conseguir repercusión. Este plan incluye inversiones específicas para ayudar a que los países mejoren el análisis de la repercusión y refuercen las revisiones de sus propios programas. Y, lo más importante, las entidades ejecutoras estarán en condiciones de concebir programas desde una perspectiva más estratégica. Como comentó en fecha reciente un administrador sanitario después de la revisión de un programa, “Mantenemos con el Fondo Mundial reuniones largas y frecuentes sobre cuestiones de presupuesto y requisitos, pero la revisión del programa fue la primera vez que pudimos centrarnos estratégicamente en la malaria”. El plan de evaluación de la repercusión en el país, elaborado junto con asociados, ayudará de manera inmediata a los países a medir y gestionar sus programas para obtener resultados. También es probable que ello afecte al financiamiento. Los donantes que aportan fondos a las acciones en favor de la salud mundial quieren saber qué repercusión están teniendo sus inversiones, y necesitan asegurar a los contribuyentes que invertir en salud es rentable. En el futuro, las decisiones relativas al financiamiento se basarán en revisiones de la cobertura y la repercusión junto con otros factores.
























