
La historia de Maurine Murenga podría comenzar aquella mañana cuando supo que era seropositiva. O podría comenzar aquella tarde cuando su novio, quien también había dado positivo en las pruebas de VIH, abandonó el apartamento que compartían en Nairobi (Kenya), y nunca regresó a pesar de que ella estaba embarazada de su primer hijo. O podría comenzar más tarde, el día en que los resultados de la prueba del VIH practicada a su hijo de nueve meses, Earl, dieron positivo. Esa noticia la conmovió tan profundamente que no pudo encontrar el camino de regreso a su casa.
Pero Maurine siente que su verdadera historia comenzó unos años más tarde. Un día llegó a su casa y encontró a Earl, que entonces tenía cinco años, solo y llorando histéricamente al haber sido abandonado por una asistenta. Los vecinos se burlaban del pequeño y lo evitaban por padecer una “enfermedad mala”. Poco después, el propietario del apartamento le exigió que se fuese. Cuando Maurine se marchó, llorando y con su hijo en brazos, se dijo a sí misma que tenía que encontrar una manera de perderle el miedo al VIH.
Maurine tomó la firme decisión de luchar por su hijo. Se convirtió en una activista. Maurine relata su historia y describe la desesperación que muchas personas han experimentado y también la esperanza que ahora crece en el mundo. Ha hablado por todo el mundo, incluidos el Parlamento en Londres y el Congreso en Washington, D.C. «Muchos de mis amigos murieron, algunos se suicidaron porque no querían acabar postrados”, explicó Maurine. “Recuerdo estar sentada con mi hijo en el balcón de mi casa preguntándome cuál de los dos se iría primero”.
Maurine presiona a los líderes mundiales para que emprendan acciones colectivas y faciliten tratamientos más agresivos contra la enfermedad. A menudo les dice que recuerden a las “personas reales con historias como la mía, que habitualmente no dejan ver los gráficos y las tablas de las estadísticas de salud mundial”. Pero su auténtica pasión es trabajar personalmente con las jóvenes y adolescentes para tratar de evitar que se contagien con el VIH. Ahora trabaja para la Comunidad Internacional de Mujeres que Viven con el VIH.
Maurine reacciona de manera visceral ante el poder de la estigmatización, después de lo que su hijo tuvo que soportar cuando solo tenía cinco años. No deja de preguntarse a qué tendrá que enfrentarse Earl a medida que vaya creciendo. Eso fue lo que la impulsó a crear una organización en Kenya para apoyar a las jóvenes y adolescentes que viven con el VIH, quienes se encuentran afectadas de manera desproporcionada por la estigmatización. La llamó Lean on Me (Apóyate en mí). Ella sabía que, para conseguir apoyo, tenía que ser valiente. Comenzó a hablar abiertamente sobre su condición de seropositiva.
En la actualidad participa en una campaña para conseguir el acceso universal al tratamiento del VIH. Su historia es un testimonio viviente de los logros que pueden conseguir las personas con VIH en su lucha por conseguir tratamiento, ser reconocidas por la sociedad como personas que deberían ser tratadas como las demás, evitar el rechazo, o la estigmatización, y sacar lo mejor de las personas. Eso le da esperanza.
“Earl solía insistir en que quería tener un hermano”, cuenta Maurine. “Pero yo sabía que tenía que planificarlo y ser cuidadosa”. En 2013 sintió que estaba preparada y se quedó embarazada. “Earl fue mi compañero de tratamiento y me recordaba que debía tomar los medicamentos para impedir que el bebé se contagiase”. Su segundo hijo, Emmanuel, nació el año pasado.
Maurine no puede describir sus sentimientos cuando, nueve meses más tarde, llevó a Emmanuel a que le hicieran las pruebas del VIH… y el resultado fue negativo. “Earl saltó literalmente de su asiento por la alegría”, recuerda Maurine. “Luego, cuando se tranquilizó, me miró y me preguntó por qué no había hecho lo mismo por él”.
Maurine le explicó a Earl que las inversiones en salud están mucho más avanzadas que en la época cuando él nació. No pudo evitar que se infectase. Ésa es su realidad. De modo que ambos viven juntos con el VIH y juntos están criando a Emmanuel, y juntos están luchando contra la estigmatización.