
En el último año el trabajo de esta unidad se ha incrementado un 8,8%, respecto a 2013.
Los profesionales de la imprenta analizan las necesidades de cada cliente de manera individualizada para poder ofrecer las soluciones que mejor se adapten en cada caso.
Entre los servicios que ofrece la imprenta figuran: diseño y maquetación, impresión offset, impresión digital, gran formato, troquelados, diseños propios para invitaciones de boda y recordatorios de primera comunión y manipulados, entre otros.
Madrid, 4 de agosto de 2015.- La papelería corporativa ocupa un lugar destacado en las organizaciones. Dosieres, memorias anuales, así como elementos propios de las campañas de publicidad como dípticos, trípticos y flyers, son algunos de los servicios más demandados por las empresas, tal y como muestran los datos de la imprenta de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce. Los mismos que destacan que entre los particulares, las invitaciones, recordatorios y tarjetería personal, son los trabajos más solicitados. Todo ello ha posibilitado que en el último año la imprenta de la Fundación incremente sus trabajos un 8,8% respecto a 2013, y cuente con un equipo de 16 personas con discapacidad intelectual.
La profesionalidad de los trabajos de Paloma, Iván, Mónica, María y Guillermo, entre otros, “se ha traducido en que muchos de los clientes que contratan nuestros servicios por primera vez, vuelvan y además nos recomienden. Porque ven el magnífico trabajo que realizan los trabajadores con discapacidad intelectual y están contribuyendo a su inclusión laboral”, asegura Almudena Martorell, directora general de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce.
La imprenta de la Fundación además ayuda hoy en día a muchas compañías a cumplir con la Ley General de Discapacidad –LISMI- (RD 364/2005) que exige a las empresas con más de 50 empleados establecer una cuota de reserva del 2% de empleo para personas con discapacidad. “En su defecto y con carácter excepcional, contempla la compra o contratación de bienes y servicios de Centros Especiales de Empleo como medida alternativa para el cumplimiento de dicha Ley. Como es el caso de los servicios contratados con nuestra imprenta y con otras unidades de negocio de nuestra organización”, indica Almudena Martorell.
Los profesionales de esta unidad analizan las necesidades de cada cliente de manera individualizada para ofrecer las soluciones que mejor se adapten en cada caso. Entre los servicios que ofrece la imprenta para empresas y particulares figuran: diseño y maquetación, impresión offset, impresión digital, gran formato (impresión en varios materiales; dibond, cartón pluma, forex, vinilo, adhesivo, etc.), encuadernación (wire-o, rústica, artesanal), troquelados, relieves (real como termorelieve) y golpe en seco, pruebas a color y visita para arranques, diseños propios para invitaciones de boda y recordatorios de comunión, manipulados (sobres a mano forrados, contracolados, etc.).
Fundación Carmen Pardo-Valcarce
La Fundación Carmen Pardo-Valcarce trabaja por la participación de las personas con discapacidad intelectual en nuestra sociedad, creyendo además que así será más rica y diversa. En torno a esta misión, la Fundación ha crecido tanto en número de servicios como de personas atendidas, en torno a unas mil en la actualidad, diseñando apoyos allá donde encuentran barreras para su participación: educación, empleo, vivienda, ocio, deporte, sanidad y justicia. Y buscando un entramado que permita tender puentes para que las personas con discapacidad intelectual estén cada día más presentes en la sociedad.
Creada en 1948, su trayectoria en estos años, le permite ser hoy un referente, tanto a nivel nacional como internacional, en el ámbito de la discapacidad intelectual. En al año 2007, la Business Guide creada por Naciones Unidas incluye a la Fundación como una de las 2 únicas ONG españolas, entre 85 ONG de todo el mundo, de mayor confianza para formar alianzas con empresas.
Para la Fundación Carmen Pardo-Valcarce es de suma importancia el trabajo en la igualdad de oportunidades y en el respeto. Y en este sentido, cobra especial importancia el uso correcto y respetuoso del lenguaje utilizado para referirse a las personas con discapacidad intelectual: nunca se deben utilizar términos peyorativos como “minusválido” (menos válido), “inválido” (no válido), o “deficiente” (con fallos). El término correcto es siempre persona con discapacidad intelectual. “Persona con” porque las condiciones son sólo partes, una persona son muchas más cosas y la condición no puede eclipsarlo, y “discapacidad” expresa capacidades diferentes.