
El TPP no tiene que ver con el libre comercio.
El Nobel americano, en un artículo que escribe con A. Hersch, subraya que el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP por sus siglas en inglés, es un tratado de libre comercio multilateral que se negocia en secreto.
Fuertemente promovido por Estados Unidos, el tratado involucra también a otros 11 países: Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile.
Es un acuerdo para gestionar los intereses comerciales de los distintos países. Basta con ver las cuestiones que han generado las principales discusiones.
Como ocurre en las negociaciones con la Unión Europea, se introducen los sistemas de resolución de conflictos entre inversores y Estados, que no son sino instrumentos para que las grandes compañías impidan regulaciones poco favorables. Por ejemplo, una defensa de la industria del tabaco frente a las legislaciones protectoras de la salud.
Como señalan en el artículo, podemos imaginar lo que habría significado una protección así cuando se descubrió el efecto letal del amianto. Además del daño causado por el amianto, los ciudadanos tendríamos que indemnizar a los fabricantes por las pérdidas derivadas de las prohibiciones gubernamentales en contra de tan peligroso producto.
Las empresas farmacéuticas favorecidas una vez más
Al ampliarse los derechos de propiedad intelectual de las grandes compañías, se dice que se favorece la investigación. Pero el simposio de la Asociación Americana de Economía sobre patentes demuestra todo lo contrario. Lee aquí.
Los autores afirman que las disposiciones del TPP reducirán la competencia y provocarán aumentos de precios en todo el mundo. En el caso de las farmacéuticas, se alargan el privilegio monopolista, se excluyen los genéricos y se reduce la posibilidad de competencia con medicamentos “biosimilares”.
La falta de transparencia, evidencia de intereses ocultos
Como en el caso europeo, las negociaciones se han llevado con un ocultismo que por sí mismo delata los intereses que se esconden tras el tratado. Realizan sus comentarios con dudas pues no conocen el texto definitivo sino tan solo filtraciones. El debate se ha realizado sin participación de representantes de intereses distintos de los empresariales. Resulta incomprensible que un texto tan importante se haya hurtado al propio Congreso estadounidense.
¿Tendremos que escribir lo mismo sobre el TTIP que se negocia de igual forma entre Estados Unidos y la Unión Europea?
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