
Integrar la diversidad genética en los planes de adaptación al cambio climático
24 de noviembre de 2015, Roma – En vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París, la FAO ha dado a conocer nuevas directrices para ayudar a los países a conservar mejor y utilizar de forma sostenible los recursos genéticos en la actual coyuntura de cambio climático.
Las Directrices voluntarias en apoyo de la integración de la diversidad genética en los planes nacional de adaptación al cambio climático tienen por objeto garantizar que los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura forman parte de los planes nacionales que abordan las medidas para la adaptación al cambio climático.
Los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura abarcan la gran diversidad de plantas, animales, bosques, recursos acuáticos, microorganismos e invertebrados que juegan un papel en la producción alimentaria y agrícola.
A la vez que estas formas de vida están amenazadas en sí mismas por el cambio climático, su composición genética las convierte en factores clave para abordar los desafíos que tales cambios presentan. Por ejemplo, si se conservan y utilizan adecuadamente, los recursos fitogenéticos pueden proveer de semillas que toleran o prosperan en medio de una mayor aridez, inundaciones o salinidad del suelo. Las razas de ganado criadas en entornos inhóspitos durante un período de tiempo largo, tienden a adquirir características que les permiten hacer frente a esas condiciones adversas.
Las políticas que se anticipan a las necesidades futuras y planifican la gestión de los recursos genéticos como una reserva y herramienta básicos, pueden ayudar a alcanzar sistemas de producción agrícola y alimentaria más resilientes. Para promover la toma de decisiones más informada, la FAO está –por ejemplo- desarrollando un instrumento que puede ser utilizado para predecir el impacto del cambio climático sobre la distribución de las razas ganaderas.
«Los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura tendrán que contribuir en gran medida a nuestros esfuerzos para hacer frente al cambio climático», señaló Maria Helena Semedo, Directora General Adjunto la FAO y Coordinadora de Recursos Naturales. «Tenemos que actuar ahora –añadió- para reducir el riesgo de que la escala y velocidad del cambio climático sobrepasen nuestra capacidad para identificar, seleccionar, reproducir y, en última instancia, utilizar estos recursos sobre el terreno».
Si las tendencias actuales prevalecen, los rendimientos de algunos cultivos básicos podrían ser en 2050 un 25 por ciento más bajos que en la actualidad, según el Grupo Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Tales proyecciones hacen que los planes para organizar y aprovechar los recursos genéticos sean todavía más urgentes, sobre todo porque solamente cinco cereales -arroz, trigo, maíz, mijo y sorgo- proporcionan alrededor del 60 por ciento de toda la energía alimentaria del ser humano.
Directrices que llenan un vacío
Actualmente, no existe un enfoque que se adopte comúnmente para integrar la biodiversidad agrícola en la planificación estratégica para la adaptación al cambio climático. Las directrices tienen por objeto llenar este vacío. Ayudarán a los países a abordar la cuestión de los recursos genéticos en el desarrollo o actualización de sus Planes nacionales de adaptación (PNA).
«Debemos garantizar y movilizar ahora los recursos genéticos para tener opciones para el futuro: necesitamos tener una conservación eficaz, mejor información y mejores vías de utilización, y tenemos que planificar. Se requiere financiación para apoyar a los países en este proceso”, aseguró Irene Hoffmann, Secretaria de la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura, entidad intergubernamental bajo cuya égida se elaboraron las directrices.
La FAO, junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ayuda actualmente a ocho países en desarrollo en el desarrollo de sus PNAs.
Son necesarios mayores esfuerzos para conservar y apoyar el uso sostenible de las variedades de plantas y razas de ganado y para recopilar y conservar los parientes silvestres de los cultivos alimentarios importantes. Promover el mantenimiento de la diversidad agrícola sobre el terreno permite evolucionar al ritmo de los cambios ambientales. Los bancos de genes regionales y mundiales se preocupan de mantener reservas de seguridad de material genético a las que se puede recurrir para apoyar las medidas de adaptación al cambio climático.
Dado que todos los países dependen de la diversidad genética de otros países y regiones, la cooperación y el intercambio internacional de este tipo de material es crucial. En este sentido, la Comisión negoció el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, que permite a investigadores y genetistas acceder a los recursos genéticos que se conservan en todo el mundo.