Dos tercios de la población de Tombuctú ha abandonado la región a causa de la violencia

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Un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) está presente en el hospital de Tombuctú desde mediados de abril. En una zona desestabilizada por el conflicto que asola el norte del país y que ha obligado a cientos de miles de personas a desplazarse durante estos últimos meses, la organización proporciona atención médica a la población de la ciudad y sus alrededores.  

A principios de abril, Tombuctú fue tomada por los rebeldes tuareg y por grupos armados islamistas. La ciudad se ha convertido en el escenario habitual de continuos actos de pillaje y ha sido abandonada por gran parte de su población: se calcula que dos terceras partes de sus aproximadamente 40.000 habitantes huyeron a otras localidades de Malí o a países vecinos como Mauritania o Argelia. En las aldeas de los alrededores, las casas y los centros de salud también han sido objeto de saqueos. Desde entonces, una tensión latente reina en toda la región, provocada por los enfrentamientos esporádicos entre los diferentes grupos armados y últimamente también por la destrucción de lugares sagrados.  

“Aportar asistencia a esta zona desestabilizada es toda una odisea, pero es también una necesidad”, explica el Dr. Mego Terzian, responsable de emergencias de MSF. “La inestabilidad complica nuestra asistencia a la población de Tombuctú, y el resto de Malí sigue siendo inaccesible a los occidentales. Pero mantenemos nuestra presencia en el hospital de la ciudad y en las aldeas de los alrededores, pues la situación sigue siendo volátil y puede deteriorarse en cualquier momento”. 

MSF es una de las pocas organizaciones humanitarias presentes en la región de Tombuctú. 

Un equipo compuesto por cinco trabajadores internacionales y varias decenas de locales sigue asegurando la atención médica en los servicios de pediatría y ginecología en el hospital de la ciudad y, desde mediados de mayo, también en el servicio de cirugía. Al mismo tiempo que los habitantes de la ciudad, también ha huido parte del personal sanitario de los centros de salud y el que ha quedado no está recibiendo su salario con regularidad. La falta de carburante pone en peligro el suministro de agua y de electricidad y, por tanto, el abastecimiento del hospital. Además, tampoco hay medicamentos. En dos meses de actividad, más de 300 pacientes han sido admitidos en el hospital y los equipos médicos de MSF han realizado más de 1.500 consultas. 

Desde hace unos días, hay controles que afectan a los movimientos de vehículos dentro de la ciudad de Tombuctú y también de todo aquel que quiera salir de ella. Sin embargo, los equipos de MSF siguen dispensando asistencia en puestos de salud de la periferia de la ciudad, concretamente en las  localidades de Niafounké, Goundam y Gourma-Rharous, limitando en lo posible las referencias de pacientes al hospital de Tombuctú. A lo largo de estos dos últimos meses, se han llevado a cabo 6.300 consultas en estos puestos de salud. 

Las principales patologías observadas son infecciones respiratorias, diarreas y enfermedades cutáneas, todas ellas afecciones ligadas a la falta de agua y de higiene.   

Los equipos de la organización también vigilan de cerca la situación alimentaría, pues han observado bolsas de desnutrición en esta zona, donde este problema es recurrente: en Tombuctú la falta de alimentos se convierte cada año en una situación crítica cuando llega la época de escasez antes de la recolección de las nuevas cosechas. Cerca de 800 niños desnutridos ya han sido tratados por MSF. Por sus repercusiones sobre la actividad económica de la región, la inseguridad amenaza con agravar todavía más la crisis nutricional en toda el área de Tombuctú. 

MSF cuenta también con otros proyectos en el interior de Mali, donde sus equipos llevan a cabo actividades nutricionales y pediátricas en cinco centros de salud, así como en el hospital de Koutiala.