10.000 refugiados y solicitantes de asilo en Italia viven en condiciones inaceptables en los márgenes del sistema

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A makeshift shop on the Borgo Mezzanone road in Foggia.

MSF critica en su informe ‘Fuera de lugar’ un sistema de recepción diseñado para excluir, no para acoger

Roma/Madrid/Valencia, 14 de abril de 2016.- Al menos 10.000 refugiados y solicitantes de asilo están viviendo en Italia en condiciones precarias, fuera del sistema de recepción, sin asistencia por parte de las autoridades y con un acceso limitado a la atención médica. Estas son las principales conclusiones del nuevo informe de Médicos sin Fronteras (MSF) ‘Fuera de lugar: refugiados y solicitantes de asilo en Italia, asentamientos informales y marginación social’.

A partir de una investigación realizada durante 2015, el informe detalla las condiciones inaceptables en las que miles de personas viven en las decenas de asentamientos informales que han surgido por todo el país. La mayoría son solicitantes de asilo y titulares de protección internacional — y por lo tanto en situación legal en el país — que han sido forzados a vivir en estas condiciones meses y, en ocasiones, durante años. Las causas hay que buscarlas en las deficiencias del sistema de recepción y de las políticas de integración social italianas. Entre las personas en esta situación se encuentran solicitantes de asilo que acaban de llegar a Italia a quienes se niega la asistencia a la que tienen derecho por ley a causa de la falta de plazas en centros de acogida. También se encuentran en esta situación personas en tránsito hacia otros países europeos y refugiados que viven en el país desde hace años, pero que no han logrado concluir el proceso de integración social.

«Durante casi un año hemos visitado edificios ocupados, suburbios, granjas, parques y estaciones de ferrocarril, tanto en áreas rurales como en centros urbanos, donde hemos documentado una realidad descorazonadora, prácticamente ignorada por las instituciones», afirma Giuseppe De Mola, investigador de MSF. «Miles de hombres, mujeres y niños — personas vulnerables que han huido de situaciones dramáticas y tienen derecho a la asistencia — viven en condiciones lamentables y, a menudo, hacen frente a barreras insuperables para acceder a un tratamiento esencial».

Las condiciones de vida en los asentamientos informales son habitualmente dramáticas. La mitad de estos carecen de agua potable y electricidad y los residentes tienen escaso o ningún acceso a los servicios médicos. Las personas que esperan para ser admitidas en el sistema italiano de asilo están excluidas de cualquier tipo de asistencia médica pública. Al mismo tiempo, incluso los refugiados que viven en Italia desde hace años tienen dificultades para acceder a esta. Así, uno de cada tres refugiados no está registrado en el Servicio Nacional de Salud y dos de cada tres no tienen acceso regular a un médico.

Los emplazamientos van desde la antigua villa olímpica en Turín, que alberga a más de un millar de refugiados, a la casa de Don Gallo, en el centro de Padua y donde sus residentes tienen por toda ducha una manguera de goma en el jardín. Los asentamientos también se suceden en estaciones de ferrocarril en el norte y el sur del país, donde afganos y paquistaníes esperan meses para acceder e iniciar el procedimiento de asilo. Existen también ubicaciones permanentes de eritreos en Roma; emplazamientos como los de la fábrica en desuso de ‘Ex-Set’[i] en Bari donde viven refugiados africanos desde 2014; y en las pistas de aterrizaje del antiguo aeropuerto militar en Borgo Mezzanone en Foggia, donde se levanta un campamento informal junto al centro de recepción gubernamental.

Estos sitios han surgido producto de un sistema de recepción inadecuado que padece un déficit crónico de plazas y opera en modo de emergencia. En la actualidad, más del 70% de las 100.000 plazas de acogida disponibles están incluidas dentro de las denominadas «estructuras extraordinarias”; se trata de instalaciones incluidas en edificios que han sido abiertos como medida de emergencia.

«Se trata de una población invisible, cuya existencia es ignorada o simplemente tolerada por las autoridades”, denuncia Loris De Filippi, presidente de MSF en Italia. «Las autoridades fracasan a la hora de tener en cuenta su vulnerabilidad y, en lugar de proporcionarles soluciones, reaccionan con desalojos forzosos. 10.000 personas son un número pequeño en comparación con los llegados en los últimos dos años. Sin embargo, en ausencia de medidas inmediatas y estructurales, buena parte de las 100.000 personas que están en el sistema de recepción así como quienes lleguen en los próximos meses podrían compartir pronto este futuro de marginación lo que resulta completamente inaceptable en un país como Italia. Así mismo, la situación podría agravarse a causa de los llamados ‘hotspots’ (los centros de registro e identificación), donde miles de personas se ven excluidas arbitrariamente de los procedimientos de asilo y son, literalmente, abandonadas», añade De Filippi.

MSF trabaja en Italia desde hace 15 años prestando asistencia a migrantes, refugiados y solicitantes de asilo que han sido forzados a abandonar sus países de origen. Si bien MSF reconoce los esfuerzos realizados por Italia para cubrir los vacíos y resolver los retrasos crónicos, la organización realiza un llamamiento a las autoridades para aumentar, de una manera estructurada, el número de plazas disponibles en el sistema de recepción y para terminar con el actual enfoque de emergencia. MSF solicita al Gobierno que garantice condiciones de vida dignas y derechos básicos, incluido el derecho a la salud, a todos los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados que residen en emplazamientos informales. Por último, la organización médico-humanitaria reclama que la inscripción de estas personas en el Servicio Nacional de Salud y la asignación de un médico esté vinculada, únicamente, al lugar de residencia efectiva.

En los últimos meses, los equipos de MSF han facilitado asistencia médica y psicológica en Gorizia, en Roma y en Ventimiglia. MSF también tiene previsto poner en marcha un observatorio nacional permanente sobre refugiados y solicitantes de asilo que se encuentran fuera del sistema de recepción. El objetivo es llamar la atención sobre las situaciones más críticas en cuanto a necesidades humanitarias y barreras de acceso a tratamiento médico. Para ello se colaborará con las instituciones que han contribuido a este informe: entidades locales, asociaciones y organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la protección de la población migrante, incluidos los grupos locales de voluntarios de MSF.

—————————————————————————————————— MSF trabaja en Italia facilitando asistencia a refugiados, solicitantes de asilo y migrantes, que ya están en el país o que llegan a los puertos italianos, con el objetivo de garantizar el acceso a un tratamiento médico según lo estipulado en la legislación nacional. En 2015, MSF triplicó los recursos destinados a sus proyectos para migrantes y refugiados en Europa y puso en marcha operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central para las que contó con tres barcos.

[i] La «Ex-Set» en Bari es una factoría abandonada donde unos 200 refugiados residen, hacinados, en unas 20 tiendas. En invierno es un entorno muy frío mientras que en verano es un horno. Las ratas y palomas infestan el lugar. Nis, de 32 años, que lleva en Italia desde 2008, trabaja como peluquero en «Ex-Set.» Tiene tijeras y maquinillas de afeitar, un frasco de alcohol para después del afeitado y una manta que emplea a modo de bata. «Pasé nueve días en el mar cuando hui de Libia. Durante el viaje, once personas murieron. Este lugar es mejor que nada. Es un sitio seguro. Me siento solo, pero no puedo volver a mi país. En Sudán del Sur hay guerra y hambre».